Saturday, May 06, 2006



NOCHES DE ÉBANO Y MARFIL

(Escuchando: Guns and Roses - Knocking on Heaven's doors)

Me arrodillé…apoyé el vaso en la arena y me senté. Miré a la luna de inocencia y los ojos se me llenaron de lágrimas…conté para ti las estrellas y seguí la delgada línea trazada donde se funden cielo y mar…sentí sus latidos, los latidos de su corazón de cristal, y la tierra murmuraba…me salpicaba el beso de espuma y arena, y entonces te vi, te imaginé, te soñé cálida, mientras las sábanas dibujaban tu cuerpo precioso. La noche era de azabache, pero allí, perdido en la inmensidad del infinito…me sentí una pequeña parte del todo…lo vi claro. Mi mundo quedó reducido a la décima parte de una milésima de infinidades, solo contra el universo profundo, mi alma luchaba por gritar…y vi el cielo de esperanza y de cartón. Mi fragilidad sobre el vidrio que me mostraba la grandiosidad del infinito. No había crepúsculo, no había amanecer ni puesta…ni nada…yo era nada porque nada lo era todo…y sin embargo tú seguías ahí, rosa de amor, dueña de mis sueños de papel. Y pensé que la esperanza rompe la imposibilidad…y el infinito…una mínima reacción, un impulso eléctrico en mi cerebro, una lágrima…me ponía en contra del todo y la nada, y ya no era nada ni todo…sino que era. No importa lo que. Simplemente, era. Y me dije que siempre serás mi princesa de los ojos de esmeralda. Y grité victoria, como tu hace tiempo, como cada noche de mis noches de reloj…observando desde el marco de mi vida, ojos de aguamarina. Pensé que eras culpable de inocencia…y yo…tan sólo un imbécil que besó la luna creyendo que eras tú…
Te esperaré, contando esas setenta (y una) estrellas que besan al mar cada noche, a la orilla de la orilla, llorando sobre la arena, hasta que la luna, como una lágrima del cielo, se hunda en el horizonte, y la mañana presurosa se vuelque en llanto, envolviéndome con su hálito de amargura…
Nunca tanto eché de menos algo que jamás tuve, nunca tanto dolió una lágrima…pero tú estás ahí…al otro lado de ese teléfono que nunca habla, nunca dice, nunca escucha que te quiero. Mi alma ya hace tiempo que reposa en un ataúd de cristal, junto a mi vida, mis sueños y un beso que una vez perdí…y sigue mirando a la noche…con su luna, mi luna y mis estrellas, porque sólo yo las vi y las miré, las observé con los ojos de inocencia y no juzgué por lo que vi sino que sentí por lo que amé…y por eso soy su dueño, y ellas son mías…Son mis noches de ébano y marfil. Algo, un fenómeno psico-sensitivo, algo para vivir solo…o acompañado por alguien muy especial…que no juzgue…que aprecie y aprenda…que sienta…que se emocione…entonces lo transmitirá y juntos heredaremos las noches de pleno Agosto, hasta que el gris de Septiembre lo cubra todo de nostalgia…y piense en ti, princesa…hasta que explote. Lloraré, reiré, escribiré…llorarás…pero nunca serás persona, ni tú ni nadie, hasta que, bajo un profundo y negro manto de todo e inocencia, contemples, callada, escuchando la brisa y su aroma, las noches de ébano y marfil. Entonces…serás libre y podrás gritar…y entonces serás la dueña del mundo, del todo…la nada…y todo lo que eres…Y yo…¿qué importa? Tan sólo escribí esto porque la pluma me lo pidió. Acabaré siendo esto, y lo otro, soñando, como siempre. Y mis cartas inconclusas nunca llegarán a su destinatario, y serán olvidadas por el todo y la nada…pero sentidas por aquellos que, en cualquier tiempo y lugar, se emocionaron bajo una noche de ébano y marfil…

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